sábado, 16 de junio de 2012

882 días de esclavitud, 8 de castidad


esta mañana mi Dueño me ordenó ordeñarme. debía hacerlo con collar, botas, cockring, pinzas y amordazado con cinta. por supuesto este perro obedeció y se ordeñó de esa manera. este perro no sabe si fue debido al tiempo transcurrido desde la última vez que se las puso, pero las pinzas hicieron mucho dolor, un dolor fuerte e intenso. eso no estaba mal porque era, en el fondo, lo que mi Amo deseaba, lo que El quería. es extraño pensar en eso, porque cada día este perro acepta y asimila más que vive para eso. hace un tiempo hubiera rechazado completamente en su interior la idea de sufrir de esa manera, y sin embargo en estos momentos es algo natural, evidente, obvio, algo que forma parte de mi vida. si esto es así ¿hasta dónde sería capaz de llegar por mi Dueño? este esclavo no lo sabe. sólo puede esperar a que se desarrollen los acontecimientos y ver cómo reacciona. confía plenamente este esclavo en la capacidad y habilidad de su Dueño para conducirlo por el sendero de la sumisión. mirando hacia atrás se pueden observar clarísimamente los paso, las etapas recorridas, como ha ido llevando a este perro hacia donde quería. eso no deja de producir admiración en este perro.
obediencia ciega para el esclavo, poder absoluto para el Amo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Obedecer no sólo es tu deber, es también tu única recompensa posible. Ese dolor tasa tu obediencia, te hace sentirla físicamente de la forma más intensa posible. Y, a diferencia del placer, fomenta tu sumisión. El sufrimiento físico que inflinge un Amo es un gran privilegio