viernes, 9 de junio de 2006

Un fin de semana en Las Palmas

El había llegado por la tarde a Gran Canaria y yo estaba metido en un curso. Cuando terminé fui a tomar una cerveza con algunas personas del curso esperando su llamada y me fui antes de lo normal precisamente para quedar con Él. Al final concretamos una cita donde nos vimos por primera vez, en la puerta del banco que hay en el Yumbo. Yo llevaba camisa negra, pantalón vaquero y botas marrones. El llevaba pantalón vaquero, polo verde y sus brillantes botas negras. Lo noté más delgado y se lo dije. Fuimos a dar un paseo por el Centro Comercial. Hablamos, nos pusimos al día y volvimos a conectar. Nos sentamos a tomar algo en el Café Latino. Allí me llamó la atención porque estaba mirando las botas del camarero...y de paso de todo el que pasaba por allí. Inmediatamente me comporté. De allí fuimos al Construction, donde tomamos una cerveza en el interior. Luego fuimos a la terraza. No había mucha gente de cuero, algunos nada más, pero había una pareja, uno con pantalón de cuero con raya blanca a un lado y camiseta; y el otro con chaleco y vaqueros pero botas altas por fuera del pantalón. El se dio cuenta de que los miré y al sentarnos volvió a reprenderme diciendo que era una falta de respeto mirar a otros y que El llevaba botas también. Inmediatamente bajé la cabeza y miré sus botas; y no la levanté hasta que volvimos a entrar al rato. El tiene ese poder sobre mi, tiene mucha fuerza y yo no puedo resistirme. Cuando entramos me llevó hasta el cuarto oscuro. Había gente pero no demasiada. Lo que más me llamó la atención fue un tío en la bañera. El dio una vuelta mientras yo le seguía sumisamente. No se que imagen daba pero no me importaba mucho, la verdad. Entonces la cabina más cerca a la bañera se quedó libre y entré, bueno, entró El y yo le seguí. Allí comenzamos: me tocó los pezones, me besó etc. Entonces se tumbó en una especie de camilla que hay, se estiró y yo, de rodillas, le lamí las botas. Se las estuve lamiendo un rato. Luego se puso de pie y me ordenó desnudarme y dejarme las botas. Cuando lo hubo hecho me puso a cuatro patas sobre la camilla y me golpeó el culo. Luego me bajó y me obligó a comerme su polla. Le gusta meterla hasta el fondo. El problema es que yo tengo arcadas y vomito con cierta facilidad cuando me meten algo hasta la garganta. Y así fue. Después de varios amagos no puede controlarlo y parte de lo que había comido salió. Al intentar pararlo me manché las manos y la perilla. Lo peor fue que no teníamos pañuelos para limpiarnos. Lo mayor del vómito conseguí echarlo en una esquina. Aquello me cortó todo el rollo y El se dio cuenta, así que salimos después de vestirme. Me di cuenta que se había puesto unos guantes de cuero para dominarme. Antes estaba tan absorto que no los noté.
Fui corriendo al baño e intenté lavarme, aunque tuve que esperar a que quedara libre. Hice lo que pude y nos fuimos de allí. Fuimos al coche y me ordenó buscar un lugar tranquilo. A mi sólo se me ocurría el palmeral de Maspalomas.
Como conozco poco la zona y menos de noche me costó llegar pero llegamos. Dimos una vuelta por la entrada de las dunas y algunos pretendientes salieron pero nada más. Al final fuimos al Campo Internacional, a una de ese entradas extrañas que tiene y nos adentramos en un pequeño parque de palmeras y suelo de picón. Había pasado un buen rato y allí volvió a ponerse los guantes. Yo temblaba. Se la comí, me arrodillé y la tragué hasta el fondo. Volví a tener arcadas y casi vuelvo a vomitar. Está muy bien dotado. Entonces me levantó, me hizo inclinarme y agarrarme a un árbol, dejando el culo expuesto. Sabía lo que venía a continuación: iba a penetrarme, a poseerme, a tomarme. Así lo hizo. Además tomó poppers y en un momento dado me ofreció y tomé. Al principio, como siempre, fue doloroso, pero luego fue increíble. Olvidé donde estaba y lo que hacía. Sólo lo sentía a él entrando y saliendo. Me cambió de postura varias veces. En una de ellas me puco como adorando en dirección al árbol y él me la metió apoyado en mí, con lo cual me penetraba con todo su peso. Así estuvo un rato mientras yo gemía y respiraba fuerte. Luego me volvió a levantar y me inclinó como al principio y me embistió con más fuerza. Ante mis gemidos ordenó que me callase y así lo hice. Se hizo un enorme silencio y creo que ese control lo excitó aún más porque a los pocos segundos se corrió después de sacar la polla. Ambos quedamos exhaustos. El quiso que me corriera pero en aquel lugar y con el culo como lo tenía era difícil. Además estaba agotado de la semana. Me estuvo besando y luego me metió los guantes en la boca ordenando que no cayeran al suelo. Lo intenté pero no pude correrme, y no le importó. Volvimos al coche y, antes de llegar paré y le pedí permiso. El aceptó y me arrodillé para besarle ambas botas. No se si le gustó pero me dijo que ya había demostrado que podía hacerlo en público. Llegamos al coche y lo llevé al hotel. Volví a casa.
El domingo nos volvimos a ver. No pudo ser antes por motivos de trabajo. Fui a buscarlo al hotel, pero estaba en la playa con unos amigos. Vestía tipo playero y fuimos a tomar café. Estuvimos unas dos horas, él no disponía de más, pero hablamos bastante y fue muy agradable. Repasamos nuestro último encuentro y cómo habían sido las cosas. Me sorprende lo bien que conecto con él fuera de las sesiones. Creo que él siente lo mismo. Le gusta al parecer que gima, aunque dice que llega un momento en el que duda, si me está gustando o no. Le digo que si, que gimo de gusto y de placer y eso parece satisfacerle. Cuando se hace la hora lo llevo al Cita y quedamos para el 23 que yo voy para allá. Al rato me manda un mensaje diciendo que le apetece una sesión tranquila conmigo. Respondo que a mi también.

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