miércoles, 7 de diciembre de 2005

Encuentro con un Amo de Tenerife

Habíamos intercambiado varios emails y al mediodía me había llamado por teléfono para quedar. Como otras veces intenté mostrarme todo lo sumiso que pude sin forzar la situación. Podía haber sido más, porque realmente me sentía más, pero en un momendo dado pareció hartarse de tanto "donde Usted elija" y tal. Al final quedamos, como no podía ser de otra forma, en el Yumbo. Primero él quería que nos viéramos a las 3 o así en el Cruise o en otro bar. Sinceramente estaba demasiado agotado como para esperar hasta esa hora para conocerle, teniendo en cuenta que loq ue realmente esperaba era que apareciera un tio que no se enteraba de nada y que, tras una ligera conversación, nos fuéramos cada uno por su lado. Así que al final quedamos a las diez en la sucursal de la Caixa.
Cuando llegué al punto de encuentro efectivamente no había nadie y empecé a temer lo peor. Aún así esperé y a los pocos minutos se acercó. Lo primero que me llegó fue el ruido de sus botas. Marcaban el paso de forma increíble, golpeando el suelo de rítmicamente. Aquello me gustó inmediatamente y me predispuso. Era de mi misma altura más o menos. Además de las brillantes botas negras vestía un pantalón vaquero, una camiseta y una cazadora bomber negra.
Nos saludamos y me pidió que por el momento no lo tratara de Usted porque estábamos al mismo nivel ahora. Fuimos a una cafetería cercana a tomar un café. Estuvimos hablando bastante rato y él siempre se mantuvo en su sitio, equilibrado, siendo realista y sincero. Todo aquello me gustó. En nuestros gustos parecíamos coincidir casí absolutamente. La verdad es que cada vez me sentía mas confiado y seguro.
Después de un buen rato allí fuimos al Cita, al Chaps, esperando poder tener un sitio con más intimidad. Sin embargo ese día hacían fiesta de al espuma y a ninguno de los dos nos iba ese rollo. Antes de entrar quiso ver lo que había llevado. Abrí el portabultos y le mostré el pantalón, las botas, las cuerdas, etc. Dijo que le gustaría verme con las botas y allí mismo me las puse.
Volvimos al Yumbo y en vez de ir al Construction fuimos al Block. Estaba completamente remodelado: la barra cambiada de sitio, la decoración, etc. Pedimos algo y estuvimos hablando un rato más. En algunos momentos temí haber metido la pata con algunas cosas que dije, pero la velada se desarrolló sin contratiempos.
Cuando terminamos la copa me dijo de ir a ver el cuarto oscuro. Pasamos por delante de algunas cabinas hasta el final, donde estaba el cuarto propiamente dicho. Sin embargo nos quedamos en el inmediatamente anterior a la izquierda. Allí había un sling. Era rígido: una tabla colgada del techo por cuatro cadenas. El me había dicho ya lo mucho que le gustaba un sling y vi normal que entráramos. Bueno, realmente él entró y me empujó a mi. Con dos buenos zarandeos me puso en mi sitio y me hizo arrodillar y meter mi cara en su entrepierna notando su polla dura. Yo intentaba comérsela a través del pantalón. Me pegó en la cara, golpeándome la oreja. Yo asentí. Pronto se bajó el pantalón y me metió su polla en la boca cual grande era. Tuve un poco de arcadas hasta que me fuí acostumbrando, Pronto estuve sin camiseta y sin pantalón, sólo con las botas puestas. Mientras seguía comiéndosela instigado por él, cambiando el ritmo y de muchas formas, pero él siempre de pie y yo siempre de rodillas. Al principio mi polla no reaccionó, fruto de la sorpresa, pero pronto me metí en situación y reaccionó a sus deseos. El parecía estarlo pasando muy bien, al menos la parte que yo podía ver desde mi situación de rodillas.
En un momento dado me puso boca abajo sober el sling, me abrió de piernas y comenzó a trabajarme el culo. La verdad es que recuerdo aquello confuso porque mi cabeza se fue, dejando paso a las sensaciones que fueron muchas y muy intensas. Me fue metiendo los dedos hasta que ya no pude contar los que entraban o salían. Entonces, creo que fue entonces, cuando me penetró. Sólo se que de pronto me estaba embistiendo y yo gemía y gemía y le suplicaba, casi a partes iguales, que siguiera y que parara. Sigió así durante un tiempo que no sé calcular. Luego me da la vuelta y me coloca boca arriba en el sling. Pone mis pies en dos correars que había colgadas en las cadenas y vuelve a tomarme. El placer es tan intenso que tres o cuatro veces estoy a punto de mearme encima. La verdad es que no sé si ocurrió porque mic abeza está ida y el lugar muy oscuro. Si me doy cuenta de que mi barriga está húmeda por algún líquiso que ha salido de mi polla. Sigo gimiendo y aviso que me voy a mear. El me dice que lo haga, pero al final no ocurre. El sigue y sigue embistiéndome, y yo creo que voy a perder la razón, sinceramente.
En un momento dado le suplico que pare, algo de lo que en estos momentos me arrepiento. Me baja del sling y me obliga a comerle la polla de nuevo. Ahora tiene ese sabor plasticoso de haber estado dentro del preservativo. Se la como con devoción y deseo. Nuevamente hay arcadas pero me la meto hasta el fondo. Entonces él se apoya en la pared y pone su bota en mi hombro. Y yo comienzo a lamerla por todas partes, limpiándola, que que esté brillante para él. Comienza a pajearse y me dice que lo haga. Yo lamo y muevo la mano con mucha intensidad. Entonces me dice:?quieto?, y comienza a mearme. Noto el fuerte chorro en mi cara, en mi cabeza, cayendo por mi pecho. Aquello me pone a millón. Entonces sigo lamiendo y anuncio que me voy a correr. El me da permiso. No recuerdo las palabras exactas, tan absorto estaba. Como suele ser habitual en mi me corro con fuertes conbulsiones. No he terminado de correrme cuando él también lo hace encima de mi.
Cuando me calmo me doy cuenta de la situación. Estoy de cuclillas, desnudo salvo por unas botas, completamente mojado con la orina y la lecha de un Amo, del que quisiera que fuera mi Amo. Soy feliz. El está de pie delante mio, me levanta y comenzamos a vestirnos.
El me dice que quiere que vaya con su orina hasta mi casa, oliendo a él. Aquello me vuelve a poner. Nos vestimos y salimos. El bas está prácticamente desierto. Yo me encuentro en estado de shock. Las cosas que están a mi alrededor no parecen reales, solo lo que pasó en el cuarto fue real.
Caminamos hacia el centro de la plaza del Yumbo. El me pregunta por las cosas, por como me siento, si estoy bien, etc. Pregunta por el efecto concreto de algunas cosas: las bofetadas por ejemplo. Le comento que todo está bien, que solo estoy un poco desorientado por la intensidad del encuentro. Cuando llegamos al centro de la plaza él se sienta en un banco y yo permanezco de pie. Entonces él adelanta la pierna donde se ve la brillante bota y me mira. Yo me arrodillo y se la lamo. Parece complacido y me levanta, quiere evitar que alguien conocido me vea. Ese detalle también me gustó porque indica que puedo confiar en él.
Luego fuimos a un local que ya había cerrado. Es de juegos pero tiene una máquina expendedora de refrescos. Me invitó a una coca-cola y estuvimos hablando durante bastante rato. El preguntó mucho y contó poco. Me pareció bien que así fuera porque la mejor forma de dominación es el conocimiento y yo quiero ser dominado y él quiere dominar asíque esa relación asimétrica debe ser también en lo referente a lo que cada uno sabe del otro. Yo contestaba sumisamente y con gusto.
Allí, apoyados en unas tablas de futbolín me fui entregando poco a poco. El parecía agradado y en un momento dado me volvió a ordenar que le lamiera las botas. Yo lo hice y cuando dijo basta me quedé delante suya, de rodillas, mirando al suelo, hasta que me permitió levantarme. Sentí realmente su poder y volvía a desear que todo lo que había a mi alrededor desapareciese de forma que estuviese libre para decirle: haré lo que lo Usted me diga, me someteré a sus deseos, obedeceré, iré y haré lo que Usted queira. Sin embargo la vida sigue ahí y tuve que regresar a ella.
Creo que este puede ser ese Amo que estaba buscando. Quiero someterme a su voluntad. El problema es que está en Tenerife pero bueno, eso puede convertirse en una ventaja porque parece que El quiere un esclavo pero también disfrutar de la libertad de no tener que cargar con este permanentemente.
Me acompañó hasta el coche y cuando llegamos me ofreció vernos al día siguiente, con cueros para tener una sesión de bondage. Inmediatamente me entristecí porque no podía, a pesar de las ganas que tenía. Al dia siguiente tenía que trabajar, en casa, porque era fiesta y el viernes de todas formas sí que trabajaba. Ahora me arrepiento de no haber ido pero sé que de todas formas no podría haberlo hecho así que hice lo correcto, aunque no fue lo que deseaba.